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Cualquier tipo de crisis siempre se puede superar.
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Historia fícticia pero que puede ser totalmente real
Augusto era uno de los mejores comerciales de una empresa de publicidad. Cada mes era el mejor en ventas, batió varias veces su record personal de operaciones mensuales, y su capacidad para generar nuevos clientes era aplaudido por toda la empresa. Eran épocas buenas, donde el mercado estaba a un gran nivel económico y el dinero corría con gran fluídez.
Los años pasaron y la burbuja inmobiliaria rebentó, y con ella, fueron cayendo los diferentes sectores. El dinero cada vez circulaba a menos velocidad y las empresas iban recortando sus inversiones en publicidad.
El pesimismo se instauró en todo el sector, y la frase "es que no hay dinero, es que todo está fatal y las empresas están cerrando" se fue propagando con una celeridad espantosa.
Augusto se contagió del pesimismo, y sus ventas decrecieron considerablemente. Cada vez estaba más deprimido, más hundido, y parecía que ya no se podía vender ni una escoba a nadie.
César, un comercial más metódico, más contínuo, supo aislarse de ese virus letal y desarrollar un nuevo método de ventas. Enfocaba al cliente en que ésta era la oportunidad de salir en los medios más importantes a el precio más bajo de la historia, que se tenía que enfocar bien la campaña en la palabra y la idea de "oportunidad única" y sacar provecho de la crisis, salir reforzado de ella para luego ser el líder del sector. Sus ventas siguieron al mismo ritmo que siempre, incluso crecieron algo más de lo habitual, y pasó de ser el comercial que cumple, a ser el más destacado de todas las delegaciones de España. Rápidamente su método fue propuesto a todas las sucursales y él mismo fue nombrado cómo director comercial. Su método de motivación fue aprendido por todos y logró rescatar a su empresa de una muerte inminente. Si todos se hubieran quedado paralizados por el miedo a la crisis, tal y como le pasó a Augusto, la empresa ya habría cerrado puertas. Ahora, era la más importante del país.